el amor también requiere de argumentos sinceros,
de pruebas que se acumulan día tras día,
y de una defensa apasionada de lo nuestro.
yo estudié cada gesto tuyo, cada sonrisa,
ambos buscando la justicia en nuestros mundos:
tú en los tribunales, yo en conquistar tu mirada.
Eres abogada de profesión, defensora por naturaleza,
y has defendido mi corazón con la misma destreza
con que preparas tus casos más importantes,
con rigor, con pasión, con inteligencia.
Como un expediente bien fundamentado,
nuestro amor tiene bases sólidas:
respeto mutuo como artículo primero,
confianza como jurisprudencia establecida.
Tus alegatos me convencen cada mañana
de que elegí bien mi representante legal del alma,
y aunque no hay tribunal que juzgue estos sentimientos,
contigo siempre ganaré la causa más importante.
Nar, abogada brillante, corazón de jurista,
en el tribunal del amor, eres mi única favorita,
y si algún día necesito defensa,
sé que en tus brazos encontraré mi mejor sentencia.
Con amor y admiración