Porque Jugando con la
Luna
Tristón era el nombre de un pequeño personaje de arena, que vivía
en una burbuja, le tenía mucho miedo a los rayos del sol y se alegraba con la
llegada de la noche. No sabía de la interconexión entre el día y la noche.
A la caída del sol Tristón salía de su pequeña burbuja y admiraba
el cielo radiante de estrellas, con una luz tenue de tristeza que desprendía la
Luna. Seguía el curso de la noche que le marcaban las estrellas para llegar a
la luna, solo ahí se sentía completamente libre, de salto en salto arropaba su
tristeza y opacaba la de la luna, Tristón y la luna no paraban de jugar, la
luna olvidaba su soledad prolongada y su buen ánimo aparecía.
Tristón en su burbuja permanecía solo mucho tiempo, siempre esperaba
con ansias que el solo se fuera a dormir para el llegar a la luna y entre los
dos bañarse de gozo, no había espacio para un tercero, no cabía la traición,
solo ellos dos.
La luna para Tristón siempre fue refugio y testigos de todas
sus proezas, incluso de sus secretos, no había lugar a pesar de la frialdad de
la noche, Tristón siempre estaba cubierto del abrigo cálido que le
proporcionaba la luna.
En momentos reinaba la locura, la luna siempre fue el
escenario que escogió Tristón para escribir, sus versos, el amor era el dogma.
Aun hoy la Luna se pregunta porque Tristón nunca se posesiono
de ella cuando el sol se interponía en su camino, la vida de Tristón se esfumo
en el agua, en las profundidades del mar aun la Luna no la ha podido penetrar
en busca del amor perdido.
Jugando con la Luna será ese espacio cómplice en mi vida, en
ocasiones callo ante el desconcierto. Luego al reaccionar, no evado lo que mi mente
grita, y se dibuja en el papel. La luna seguirá
siendo el refugio de la noche tenue en
la cual las almas se vigorizan para trascender en el alma.
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