con cada rostro que pasó,
con las voces que un día fueron
y ahora son solo eco y adiós.
de agua bañan mi alma cansada,
y en su caída suave y lenta
van mermando la mirada.
Los recuerdos se desvanecen
como niebla al sol naciente,
menos aquellos que repito,
que pronuncio diariamente.
Los guardo en mi voz, los cuido,
los digo en voz alta al despertar,
para que no se pierdan nunca
en este lento naufragar.
Porque sé que la luz mengua,
que la llama se va apagando,
que el tiempo cierra los ojos
mientras yo sigo aquí, esperando.
Pero en paz, siempre en paz,
con lo que fue y lo que no pudo ser,
aceptando que olvidar es parte
del inevitable atardecer.
Y si algo permanece al final,
cuando todo se haya ido,
será el amor que repetí tanto
que nunca quedó en el olvido.

