un abismo se abre, un vacío que nos traga.
Es un peso que nos oprime, un lastre que nos hunde,
un dolor que no se puede nombrar, solo sentir.
un caudal de emociones que se desbordan en silencio.
Un llanto que no se escucha, un grito que no se oye,
un dolor que se ahoga en el silencio que duele.
Es un espejo que refleja nuestra alma,
un reflejo de lo que no podemos decir.
Un abismo que nos mira, un vacío que nos llama,
un silencio que duele, que nos hace preguntar.
¿Por qué callamos? ¿Por qué no hablamos?
¿Por qué dejamos que el dolor se ahogue en el silencio?
Es un peso que llevamos, un lastre que nos hunde,
un silencio que duele, que nos hace sufrir.
Pero en ese silencio, hay un secreto que se esconde,
un mensaje que se murmura, un susurro que se oye.
Es un llamado a la reflexión, un grito que nos despierta,
un silencio que duele, que nos hace despertar.
Así que dejemos que el silencio hable,
que las palabras callen, y el dolor se exprese.
Que el silencio que duele, se convierta en un bálsamo,
que nos cure, que nos sane, que nos haga libres.
En el silencio que duele, hay un poder que se esconde,
un poder que nos hace fuertes, que nos hace libres.
Así que abracemos el silencio, y dejemos que nos hable,
que nos cure, que nos sane, que nos haga vivir.
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