todavía oigo el eco de aquellas aulas,
todavía siento el frío moscovita
corriendo por mis venas cálidas.
no fue solo lugar de estudio:
fue el útero donde nació
la persona que soy hoy.
En mis decisiones están sus enseñanzas,
en mis valores, sus principios,
en mi forma de ver el mundo,
su mirada sin fronteras.
Moscú, ciudad de mis años dorados,
Universidad de mi alma:
gracias por enseñarme que el hogar
no es donde naces, sino donde creces.
Tu eco resuena en mi presente
como una canción que no termina,
como una promesa cumplida:
la amistad de los pueblos es