Claro como el agua


Lo perfecto no tiene grietas,  
no conoce la luz que nace de las sombras,  
no sabe que en el quiebre hay semillas,  
y que el suelo más hondo guarda el agua.  

Pero YO, que he visto el derrumbe,  
que he sentido el peso de las piedras,  
se que lo que resurge de las ruinas  
tiene raíces más hondas y más ciertas.  

Lo perfecto es frágil, quieto,  
como un cristal que nunca se ha probado.  
Pero lo que se levanta después de la caída  
ha aprendido a sangrar y a sanar.  

Si fuimos amor y luego espinas,  
si el tiempo nos quebró entre las manos,  
no importa: las cicatrices son mapas  
que trazan el camino hacia lo humano.  

Porque lo único más perfecto que lo perfecto  
es volver, con el alma rehecha,  
y decirle a la vida: Aquí estoy,  
con mis rotos y todo, dispuesto a quererte otra vez. 

Y si es contigo, mujer 
que el corazón late en reconstrucción,  
que sea con la sabiduría del que sabe  
que el amor más fuerte nace de una herida.  

Porque al tocar fondo, aprendemos  
que no hay vuelo sin haber caído,  
y que lo que se rompe y se rehace  
lleva en sus junturas destello de infinito.
Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

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