En el bosque oscuro donde el rencor florece,
las sombras susurran secretos de espinas,
y en cada lágrima caída, una estrella se estremece,
tejiendo un manto de sombras y brumas divinas.
mientras el alma, cautiva, busca el cielo,
cada paso un eco de un grito interno,
una danza de fuego en el abismo eterno.
He visto al resentimiento, monstruo de mil caras,
morder la carne suave del ser que aún espera,
pero el amor del Padre, como luz que no para,
rompe cadenas frías, disipa la niebla.
En el crisol del dolor, la fe se forja fuerte,
cada herida es un puente hacia el horizonte,
y aunque el corazón duela, lo abrazo con suerte,
pues en la tormenta nace el canto del monte.
Transformación, susurro de ángeles en vuelo,
mis pasos son gigantes, camino en destello,
del odio al perdón, un viaje sin duelo,
mi espíritu se eleva, redimido en el cielo.
Así, en el abrazo de luz y de sombra,
mi esencia despierta, el amor me nombra,
y en cada latido, el odio se asombra,
pues en el corazón puro, la paz se deslumbra.
