en la mirada franca del amanecer,
en la caricia del viento que no pide nada,
que solo da.
cuando el alma reconoce su hogar
en otra alma que vibra en su misma frecuencia,
como dos estrellas destinadas a brillar juntas.
Cuánta belleza hay en lo cotidiano:
en la risa que brota sin aviso,
en las manos entrelazadas bajo el cielo abierto,
en los silencios que dicen más que mil palabras.
Es maravilloso cuando la vida nos regala
momentos que parecen suspendidos en el tiempo,
instantes de pureza cristalina
donde el corazón se expande hasta tocar lo eterno.
Qué hermoso es sentir que pertenecemos,
que somos parte del gran tapiz del universo,
hilos dorados en una trama infinita
que cuenta historias de amor y de encuentros.
La verdadera belleza no necesita anunciarse,
simplemente existe, resplandece, transforma.
Como el amor que, cuando es genuino,
ilumina todo lo que toca.
¡Qué maravilloso es despertar cada dÃa
sabiendo que la belleza nos espera!
En los detalles más pequeños,
en los gestos más simples,
en la mirada de quien amamos.