¿Y si hubiera tomado aquel tren que partía a las cinco en punto, con mi maleta medio vacía y el corazón completamente lleno de sueños que ahora duermen en el cajón de los "tal vez"? ¿Y si hubiera dicho "te amo" cuando tus ojos preguntaban lo que mi boca no sabía pronunciar, cuando el silencio se volvió tan denso que aún hoy lo respiro en las noches de insomnio? ¿Y si hubiera abrazado más fuerte a mi padre aquella tarde de domingo, sabiendo que los domingos no son eternos, y que las palabras no dichas pesan más que las piedras? ¿Y si hubiera plantado flores en lugar de espinas en mi jardín, si hubiera elegido la risa sobre la queja, la mano extendida sobre el puño cerrado? Ahora camino por senderos que no elegí, con zapatos que me quedan grandes y un mapa dibujado por las decisiones que no tomé. El espejo me devuelve la imagen de quien soy, pero en sus reflejos bailan las sombras de quien pude ser: el pianista frustrado, la madre que nunca fui, el viajero que se quedó en casa contando monedas en lugar de estrellas. ¿Y si todavía hay tiempo? ¿Y si los "y si" de ayer pueden transformarse en los "por qué no" de mañana? Tal vez la vida no sea una línea recta hacia el destino, sino un jardín donde cada "y si" que sembramos puede florecer cuando menos lo esperamos. Hoy planto una semilla nueva: ¿y si empiezo ahora?
