El luto intrínseco


Eras el libro que leí de memoria,
hasta que el viento llevó tus páginas.
Ahora, sombra que no puede nombrar,
dirección donde guardo silencios. 
¿Dónde escondemos el alma partida
cuando las voces se vuelven escombros?
El ayer cosió nuestra piel con hilos
que el alba deshace con dedos de hielo. 

Fuimos mapa trazado por estrellas,
casa que crecía con cada lluvia.
Hoy no quedan los nombres en la pared,
solo el eco de una puerta que crujía. 

No busco un final bordado en oro,
solo un punto que no duela tanto.
Pero el tiempo cose agujeros negros
donde antes había jardines cantantes. 

Quizás sea justo que las cosas se desvainen
como hojas que el otoño no perdona.
Dejemos que el olvido sea un puente
que lleva al corazón a otra orilla. 

Y aunque el alma guarde las cicatrices
de quién fue y ya no tiene nombre,
recordaré que en algún verso perdido
tu risa siguió guardando el ritmo. 

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Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

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