tropecé más veces de las que cuento,
bebí para olvidar las heridas
que yo mismo me hice al caminar descalzo
por el cristal roto de mis decisiones.
que perdí la cuenta de mis cicatrices,
pero también metí el pie
en charcos que reflejaban estrellas,
en senderos que me llevaron
a abrazos que sanaron
lo que ni yo sabía que estaba roto.
Fumé para que el humo
difuminara los bordes afilados del mundo,
me enamoré como quien se lanza al vacío
sin paracaídas,
confiando solo en que alguien
me enseñe a volar mientras caigo.
Me senté a meditar
entre el café y el dolor,
ese dolor sin nombre
que Google no puede diagnosticar,
esa angustia existencial
que nos susurra al oído
que somos mortales,
que esto se acaba.
Pero si me voy,
no quiero lágrimas saladas
manchando la tierra de mi partida.
Quiero risas burbujeantes como champán,
quiero que brinden por cada vez
que me levanté después de caer,
por cada "sí" que dije a la vida
cuando hubiera sido más fácil decir "no".
No traigan adornos perecederos que se marchitan,
traigan bebidas que embriagan el alma
de recuerdos dulces.
Que suene música,
que bailen hasta que
les duelan los pies,
que cuenten historias
de cuando fui valiente sin saberlo.
Porque con todo lo caminado,
con todas las batallas perdidas y ganadas,
con todos los amores que ardieron
y las cenizas que fertilizaron
nuevos comienzos,
yo me gané el derecho
a una despedida que sepa a celebración.
Me merezco que mi último acto
sea una fiesta,
porque viví intensamente,
porque amé profundamente,
porque cada error fue una lección
y cada acierto, una victoria pequeña
pero mía.
Me iré de este mundo una vez solamente,
que sea con música de fondo
y corazones agradecidos
por haber compartido
este viaje hermoso y caótico
que llamamos vida.
Me merezco tremenda rumba,
me la he ganado,
quiero mucha música
salsa y mas salsa
asi me llamen tierruo
respiración por respiración,
latido por latido,
momento por momento
de esta aventura
que es ser humano.
Eso quiero y eso debo tener.