Exceso y Equilibrio


Un río que da, que nutre la tierra,
en su desborde cruel, la misma tierra entierra.
Así el don se hiere, y el amor más fuerte
se vuelve cadena, se vuelve la muerte.

Amar sin reservas, volverse un fantasma,
eco sin voz, en la propia alma.
Porque el que lo da todo, sin un "por favor",
pierde su valor y su propio color.

La voz que inunda, que todo lo abarca,
su propia verdad, sin querer, la embarca.
Las palabras son agua: un don, un tesoro,
pero un río sin cauce, que ahoga el decoro.

Las lágrimas son sanas, un cristal que enseña,
pero en el exceso, la vista se empaña.
Y el llanto es un muro que no deja ver
la risa que espera, el sol del amanecer.

Pensar es un don, un poder que nos guía,
pero en el laberinto, la razón extravía.
El "si" y el "pero" construyen prisión,
y el alma se agota en la preocupación.

Cuidar es un faro, un gesto vital,
pero si uno solo brilla, se vuelve un cristal.
Invisible se hace, su luz sin reflejo,
un satélite errante, un triste pellejo.

La fe es un puente, la confianza un portal,
pero si es ciego el paso, el final es fatal.
No es ser cínico, es sabio al confiar,
y las llaves del alma, saberlas guardar.

Vivir con pasión es un arte sublime,
pero en la prisa el tiempo se oprime.
Se pierden las risas, los atardeceres,
la vida se esfuma en los "quehaceres".

El "demasiado" es una voz que te llama,
un susurro interior que se enciende en la flama.
El arte es el punto, el saber cuándo ir,
y cuándo parar para no morir.

Porque la vida no premia el dolor,
sino el justo equilibrio, el sabio valor
de dar sin perderse, de ser sin ahogarse,
de vivir en la cuerda, sin nunca soltarse.

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Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

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