Hablar para sanar, crecer para liberar


Por: Ricardo Abud

Las personas que saben que actuaron mal contigo tienden a proyectar su sentimiento de culpa. Esto causa que interpreten tus publicaciones generales como mensajes dirigidos específicamente a ellos. No es una percepción de la realidad, sino un reflejo de su conflicto interno. 

Por el contrario, una persona con la conciencia tranquila no busca significados ocultos ni se siente atacada. Quien ha actuado con honestidad y respeto vive en paz y no se siente interpelado. Sin embargo, el que carga con el peso de la traición o la mentira, verá su propio reflejo en tus palabras, aunque tú ya hayas seguido adelante.

Hay algo profundamente liberador en decidir que tu voz no será silenciada por quienes prefieren que te olvides. Estas palabras no nacen del rencor ni de la necesidad de señalar culpables. Nacen de algo mucho más poderoso: el deseo inquebrantable de superarte, de evolucionar, de convertir cada herida en sabiduría.

Porque aquí está la verdad incómoda que nadie te dice: las personas que actuaron mal en tu vida siempre buscarán su reflejo en tus palabras. No porque les dediques tu tiempo o tu energía, sino porque la conciencia humana tiene memoria. Esa voz interior que no se silencia con excusas ni con olvidos forzados.

Quien camina con la frente en alto y el corazón limpio no se sobresalta con las historias ajenas. Simplemente continúa su camino, sabiendo que sus acciones fueron coherentes con sus valores. Pero quien dejó rastros de deshonestidad, quien jugó con emociones o traicionó la confianza, encuentra ecos de su propia conducta en cada reflexión que compartes. Y no es tu responsabilidad cargar con esa incomodidad.

Te dirán que eres rencoroso. Te acusarán de vivir en el pasado. Algunos intentarán hacerte sentir culpable por no quedarte callado, por no hacer tu duelo en silencio, pequeño y discreto, como si tu dolor necesitará permisos para existir o transformarse.

Pero hay una diferencia abismal entre quedarse atrapado y elegir procesar tu historia con autenticidad. Sanar en voz alta no es aferrarse al dolor; es darle luz para que pierda su poder sobre ti. Es reconocer que merecías mejor, que aprendiste la lección y que ahora caminas hacia adelante con más claridad que nunca.

Y si tu crecimiento molesta, si tu despertar incomoda, eso habla más de quienes observan que de ti mismo. La ironía más cruel es esta: las mismas personas que sembraron tu dolor ahora se ofenden por la forma en que decides florecer a pesar de él.


No permitas que nadie edite tu narrativa. No permitas que te convenzan de que tu proceso debe ser invisible para que otros se sientan cómodos. Tu sanación, tu evolución, tu superación no necesitan la aprobación de quienes prefieren recordarte herido.

Cada paso que das hacia convertirte en la mejor versión de ti mismo es un acto revolucionario. Cada vez que eliges la autenticidad sobre el silencio conveniente, estás reclamando tu poder. Y eso, inevitablemente, perturbará a quienes se beneficiaban de tu silencio.

Así que sigue adelante. Habla tu verdad. Comparte tus aprendizajes. Crece, evoluciona y transforma cada capítulo oscuro en combustible para tu luz. No estás buscando venganza; estás construyendo una vida donde la coherencia, el respeto propio y la autenticidad sean los pilares.

Y cuando alguien se sienta aludido sin que hayas mencionado su nombre, recuerda: no eres tú quien está señalando. Es su propia conciencia la que habla. Y esa, querido lector, no es tu carga que llevar.

Tu única responsabilidad es contigo mismo: sanar, crecer y nunca más permitir que te hagan pequeño para que otros se sientan grandes.
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Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

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