no afuera.
La luz intenta tocarme,
pero algo en mí
se queda quieto,
fueran pasos cansados
que no encuentran camino.
No quiero fingir firmeza.
Hoy no.
Me siento frágil,
como si cualquier suspiro
pudiera deshacerme.
Hay una sombra que se sienta a mi lado
y me nombra despacio,
recordándome que también soy dolor,
que también soy silencio.
A veces pienso
que la tristeza es un cuarto sin ventanas,
uno donde uno aprende a respirar
a mitad del aire,
donde uno abraza lo que duele
porque es lo único que queda tibio.
Y así estoy…
sintiendo cada peso,
cada ausencia,
cada duda que vuelve a llamar.
Pero incluso así,
en esta hondura que cansa,
sé que hay algo en mí
que no se rinde.
Un hilo tenue,
casi invisible,
que me recuerda
que ningún día triste
es una condena,
solo un tránsito.
Y aunque hoy duela,
y aunque hoy me duela todo,
este poema te acompaña
para que no camines solo
por dentro de tu tristeza.

