Cómo desvestir la capa del nómada


A veces la soledad se posa como un abrigo ajeno,
pesado, antiguo, cosido con hilos que no pediste.
Te cubre hasta los tobillos y te nombra viajero,
aunque no hayas dado un paso fuera de tu propio pecho.
Y en ese silencio que mastica lento,
la cama se convierte en un continente que no admite puertos.

Te despiertas sin impulso, sin brújula, sin mapa.
El cuerpo se queda anclado,
como si la gravedad tuviera memorias de ti
que tú preferirías olvidar.
Los párpados, tenaces,
guardan la penumbra como si fuera un deber sagrado.

Pero hay días, lo sabes
en los que una grieta de luz insiste,
pequeña, testaruda,
abriendo el tejido de esa capa nómada que te cubre.
Un suspiro basta para deshacer una costura,
un pensamiento tibio para recordar que sigues siendo tú.

Y aunque el mundo parezca lejos,
aunque el ánimo no sea más que una cuerda floja,
te levantas un poco, apenas
como quien mueve el primer ladrillo de una muralla antigua.
No es victoria todavía, pero es un gesto.
Es la mano que se atreve a tocar la mañana.

Quizá así se quita la capa:
no arrancándola de golpe,
sino aflojando sus botones uno por uno,
con la paciencia del que se reconoce vulnerable,
con la dignidad del que decide permanecer.
Y entonces, cuando la dejas caer al suelo,
descubres que debajo siempre hubo un cuerpo vivo,
esperando, silencioso,
su propio regreso.

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Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

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