es la luciérnaga, sin cruz.
Un destello en la oscuridad,
un canto a la fugacidad.
es un latido en la tiniebla.
Un ritmo que sube y baja,
una vida que se desgaja.
Su brillo no es un espejo,
es un corazón, un reflejo.
La pasión que no se esconde,
la vida que en ella se infunde.
Y aunque su luz se apague,
su intensidad nos indaga.
Nos recuerda que en la brevedad,
hay una eterna intensidad.

