despierta la flor, la gaviota.
En la mañana, su melodía,
es el canto de la alegría.
todo lo ilumina, no hay desorden.
Es el ritmo que no tiene fin,
el latido de la vida en el jardín.
Y cuando el día se despide,
el sol en el horizonte se esconde.
Su última nota, un matiz,
es un suspiro, un canto de raíz.
Con cada estrofa que añado,
busco un nuevo verso, un recado.
Un canto que no es mío,
sino del mundo, del río.
El sol, un poeta de luz,
escribe en el cielo, una cruz.
Con sus versos de oro y calor,
nos regala un nuevo color.

