me ha regalado esta alegría inesperada:
ver la nieve moscovita cual rocío
que cubre el alma con su luz plateada.
camino entre cambios y memorias,
mientras la nieve en danza delicada
baña mi espíritu con sus glorias.
Sensaciones que no tienen nombre
inundan mi ser como primavera,
los recuerdos florecen, sin que el hombre
pueda controlar su fuerza primera.
Lágrimas de pasión impredecible
recorren mi existir como torrentes,
me llevan a fechas indescriptibles
que solo guarda mi corazón ardiente.
¡Qué magia encierra esta ciudad bella!
Marcó mi existencia sin avisar,
iluminó con su fragante huella
las noches que jamás podré olvidar.
Sin compasión brotan los recuerdos,
cual ríos desbocados en su curso,
no hay tiempo para ordenar los recuerdos
de este torrencial discurso.
Gotas de lluvia del sufrimiento,
pesares que caen inclemente,
alegrías que pierdo en el momento,
olas de sabiduría envolvente.
Dos nevadas bastaron para entender
que este país robó mi tranquilidad,
Moscú logró mi paz estremecer,
clausuró mis sueños de otra ciudad.
Ya no puedo soñar fuera de aquí,
esta tierra se apoderó de mi ser,
en cada copo de nieve descubrí
que mi alma aquí debe permanecer.

