brotaron violetas en mis costillas,
era en realidad una semilla
esperando su momento.
Las flores crecieron despacio,
alimentándose de lágrimas dulces
y de la luz que se filtraba
por las grietas de mis miedos.
Ahora soy jardín y jardinera,
soy tierra fértil y mano que siembra,
soy la promesa cumplida
de que después de cada muerte
viene una primavera.

