Juan el nieto travieso

En el jardín del juego, Juan esconde su mano,

Un pillo travieso, un misterio en el llano.

Con su risa pícara y ojos de travesura,

Es el niño sorpresa, lleno de trucos con sutileza.

Como un mago en acción, sus manos se deslizan,

Haciendo malabares, travesuras que eternizan.

Pega y esconde su mano, un juego sin igual,

Donde la risa florece, sin miedo a fallar.

Juan, el pequeño embustero de sonrisa pícara,

Esconde sus travesuras como una estrella fugaz.

Sus palabras, como escondites en un bosque encantado,

Dejan a todos intrigados, en un juego enmascarado.

Es un duende de la travesura, un maestro del engaño,

Con su ingenio y picardía, siempre está en el apaño.

Sus trucos, como destellos de astucia y diversión,

Llenan el aire de risas y complicidad sin confusión.

Como un arco iris travieso, colores enredados,

Juan deslumbra con su picardía, siempre bien guardados.

Sus metáforas, una caja de sorpresas sin final,

Donde la fantasía y la realidad se entrelazan sin igual.

Juan, el niño que pega y esconde la mano,

Es un regalo de alegría, un tesoro soberano.

Que su risa siga llenando el mundo de encanto,

Y que sus travesuras sean un juego siempre santo.

En el jardín del juego, Juan es el rey,

Con su picardía, alegría y su dulce ser.

Que su travesura infantil sea su sello distintivo,

Y que su inocencia siempre brille, ¡qué motivo!