En un rincón del universo, construí un castillo,
Un edificio imponente, lleno de amor y brillo.
Con cada ladrillo y cada piedra, formaste los cimientos,
Y en cada detalle, depositaste tus sentimientos.
Eleve muros de ternura, fuertes y sólidos,
Construi torres de pasión, elevándote a lo más altos.
Cada habitación era un refugio de afecto y comprensión,
Un espacio donde florecía la conexión.
En ese castillo, cada recoveco guardaba recuerdos,
Momentos de risas, de abrazos y encuentros.
Las paredes resonaban con risas y palabras sinceras,
Y en cada rincón, se tejían historias verdaderas.
Las ventanas eran ventanas al alma, transparentes,
Dejando que la luz del amor entrara, reluciente.
Los jardines, un vergel de flores y esperanza,
Donde el aroma del cariño llenaba hasta la bonanza.
Ese castillo, construido con dedicación y entrega,
Era un símbolo de amor, una obra maestra.
Cada detalle reflejaba tu amor incondicional,
Un regalo preciado, un tesoro sin igual.
Pero el verdadero tesoro, no era la estructura material,
Era el amor que entre sus paredes se hacía real.
Era la complicidad, la confianza y la lealtad,
Que convertían a ese castillo en un hogar de felicidad.
Aunque el tiempo pase y el castillo desaparezca,
El amor que construimos siempre permanecerá fresco en mi mente.
En mi corazón, llevaré el recuerdo eterno,
De aquel castillo que erigimos con amor tierno.
Gracias por estar en ese castillo lleno de amor,
Un refugio donde mi alma encuentra su mejor color.
Aunque el tiempo pase y la estructura se desvanezca,
Mi amor perdurará, una herencia que atesoraré en mi alma.
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