páginas que se abrían sin buscar,
palabras que nacían sin historia
en el silencio dulce del hogar.
no cuatro paredes ni un portal,
sino ese lugar donde cabía
todo lo que no se puede nombrar.
Y ahora somos extraños que se cruzan,
direcciones que ya no reconocen
el camino que antes se dibujaba
con solo una mirada, un gesto, una voz.
¿Cómo se explica que de ser todo
pasemos a ser nada en un suspiro?
¿Cómo se vuelve extraño este modo
de amor que creíamos infinito?
No pido el final de los cuentos,
no busco la música perfecta,
solo que estos últimos momentos
no se sientan como puerta abierta al vacío.
Entonces, ya está. Simplemente así.
Sin más palabras que las necesarias.
Fuiste mi casa, ahora eres por ahí,
una dirección en mis memorias.
Pero algo queda, algo permanece
en el eco de lo que fuimos:
que el amor, aunque se desvanece,
nunca se borra de donde vivimos.
