La Llegada


Hay llegadas que no avisan.
No tocan la puerta ni preguntan si 
estamos listos. 
Solo entran. Se instalan. 
Nos reordenan el alma como quien abre 
una maleta vieja y la vacía sin permiso.

Y entonces sucede:
Un susurro se levanta desde 
el fondo del pecho, como un golpe 
suave que sirve de despertador 
para un sueño que no 
sabíamos que dormía. 
Un eco tibio resopla en el alma, 
y la calma habitual comienza a quebrarse,
 no con estruendo, 
sino con la dulzura de lo inevitable.

No sé si estoy preparado.
No sé si alguien lo está alguna vez. 
Las certezas se esconden justo 
cuando más las necesitamos. 
Y mientras tanto, mariposas 
que no sabía que habitaban en mis 
entrañas revolotean con torpeza, 
como si también ellas estuvieran 
confundidas por esta irrupción.

Porque hay llegadas que parecen 
principio… y otras que parecen prueba.
Quizás esta sea ambas.
Y yo, con el corazón desordenado, 
me descubro contemplando el horizonte, 
buscando una señal, una seña, un aviso. 
Pero no hay nada.

Solo este presentimiento que arde suave.
Solo este temblor que no se ve.
Solo este instante en que comprendo, 
al fin, que lo más importante de las 
llegadas no es estar preparado,
sino estar presente.


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Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

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