En las lomas
verdes y serenas,
donde los rayos del sol danzan
entre las hojas y el viento susurra
melodías de paz, se alzaba un hombre de fe,
Edgar, el pastor de la iglesia.
guiaban al rebaño con ternura.
Como un pastor dedicado,
cuidaba de sus ovejas con
devoción y sabiduría.
Con voz serena y
palabras reconfortantes,
compartía el mensaje divino,
iluminando los corazones de aquellos
que buscaban consuelo y esperanza.
Sus ojos
reflejaban la compasión,
y sus palabras eran un bálsamo
para las almas heridas.
Escuchaba
atentamente las penas
y alegrías de su congregación,
extendiendo su mano en momentos
de dolor y celebrando los triunfos con gratitud.
Edgar era un faro
de amor y
comprensión en tiempos de oscuridad.
Guiaba a sus ovejas por los senderos de la fe,
recordándoles que incluso en
las tormentas más feroces,
la luz divina siempre brillaba.
Con su ejemplo,
enseñó la
importancia del perdón y la bondad,
invitando a todos a amar y aceptar
a sus semejantes sin distinción.
Era un hombre de principios firmes,
pero su corazón estaba abierto
a todos aquellos que buscaban
la paz espiritual. Despedimos a Edgar,
recordamos su legado de amor y servicio.
Su espíritu
perdurará en los corazones
de aquellos que tuvieron el privilegio
de conocerlo. Descansa en paz, pastor fiel,
sabemos que tu alma encontró
la morada eterna en los brazos del Señor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario