donde la soledad y los miedos se entrelazan,
Días que ahora solo son recuerdo,
un eco lejano que se desvanece,
dejando un vacío profundo en mi pecho,
y una herida abierta que no desaparece.
La soledad se cierne como un manto frío,
envolviendo mis días, mis noches, mi ser,
y susurra al oído que ya no habrá de volver.
Los miedos se alzan como sombras gigantes,
se alimentan de mis inseguridades,
me hacen dudar de mi valía y mi fuerza,
y me llevan a caminos de fragilidades.
El miedo a no ser suficiente, a no ser amado,
a no encontrar nunca más un corazón que me acoja,
me arrastra a la oscuridad de mis pensamientos,
donde la esperanza es un sueño que se despoja.
Pero en la soledad y los miedos encuentro fuerza,
un fuego interior que se niega a extinguirse,
una llama que arde con anhelo y con esperanza,
que me impulsa a sanar y a reconstruirme.
Poco a poco, mis pasos se hacen firmes,
mis lágrimas se secan y mi alma se renueva,
la soledad se convierte en una compañera amiga,
que me enseña a amarme y a ser mi propio dueño.
Los miedos se desvanecen como humo en el viento,
cuando enfrento mis temores y los desafío,
descubro que soy más fuerte de lo que creía,
y que el amor propio es el mejor abrigo.
Así, en este camino de soledad y miedo,
me encuentro a mí mismo, me descubro entero,
aprendo a amar mis cicatrices y mis batallas,
y a encontrar en la soledad el refugio sincero.
La soledad no es eterna ni absoluta,
es solo un capítulo en el libro de mi vida,
y los miedos son sombras que se desvanecen,
cuando abrazo la valentía y dejo atrás la herida.
Entonces, en el horizonte de un nuevo amanecer,
veo el resplandor de un sol que me ilumina,
construyo puentes de amor y de esperanza,
y renazco en cada latido, en cada esquina.
La soledad y los miedos, mis compañeros de ruta,
me enseñan que la fortaleza está en mi interior,
y aunque el rompimiento haya dejado cicatrices,
el amor y la alegría volverán a mi corazón.
Así, en el vaivén de la vida y sus avatares
aprendo a abrazar la soledad como maestra,
y a enfrentar los miedos con coraje y valentía,
porque en cada caída se esconde una nueva manera.
La soledad y los miedos son solo un tramo en el
camino de mi existencia, y aunque duela y asuste,
sé que encontraré consuelo,
camino de mi existencia, y aunque duela y asuste,
sé que encontraré consuelo,
en el amor propio y en la esperanza como resistencia.
Porque en el abismo de la soledad y los miedos,
se forja el espíritu resiliente y poderoso,
y renaceré de mis cenizas, como el ave fénix,
con la certeza de que el amor siempre será hermoso.
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