En el oscuro rincón de la mente humana
se gesta la maldad, como una telaraña
que teje sus hilos en el corazón
y siembra el dolor con su traición.
Como serpientes venenosas,
se arrastran las acciones malvadas,
que en el alma engañan y siembran
semillas de sufrimiento que germinan
en el tiempo, con lento tormento.
Pero el karma, como un fiel guardián
observa cada acto, cada engaño
y afán y teje su red, con hilos invisibles
que atrapan al malvado en sus propios enredos.
Cada maldad, como una piedra lanzada
al agua crea ondas que regresan, con fuerza
despiadada y golpean al culpable,
con justicia divina haciéndole
pagar por su maldad genuina.
Así, el karma se encarga de equilibrar
las balanzas de la vida, sin titubear
y castiga al malvado con su propia
medicina haciéndole enfrentar su propia ruina.
Por eso, cuida tus actos, cuida tu corazón
no siembres maldad, ni engaño, ni traición
porque el karma siempre estará vigilante
y te devolverá, con creces, cada instante.
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