En el lienzo del tiempo, hoy el calendario marca un día especial, donde los recuerdos danzan como hojas de otoño en el viento. No es casualidad que el sol brille diferente, pintando sombras que dibujan historias en el pavimento.
Hay fechas que el universo graba con tinta invisible en nuestro camino, no para atormentarnos, sino para recordarnos cuánto hemos crecido. Como el fénix que renace de sus propias cenizas, cada ciclo nos encuentra más fuertes, más sabios, más completos.
Hoy, mientras el mundo sigue su curso imparable, me detengo un momento para contemplar el horizonte. No con nostalgia, sino con la serenidad de quien ha aprendido que algunas estrellas brillan más intensamente justo antes de tomar rumbos diferentes en la vastedad del cosmos.
La vida, en su infinita sabiduría, nos enseña que cada final es un nuevo comienzo disfrazado. Y aquí estoy, de pie, mirando hacia adelante, sabiendo que mi camino está iluminado no por lo que fue, sino por lo que será. Sigues en mi vida, cabalgas sobre mis recuerdos, bajo la tormenta que produce el alucinar del camino encontrado.
Las fechas importantes no pierden su significado; simplemente se transforman, como el agua que fluye en el río, siempre la misma, siempre diferente. Y en este fluir constante, mi esencia permanece intacta, mi dignidad inquebrantable.
Que el tiempo siga su marcha. Yo seguiré escribiendo mi historia con la tinta de la esperanza, sabiendo que cada página en blanco es una nueva oportunidad para crear algo extraordinario. Puedo vivir sin ti, pero no quiero que sea de esa manera, la luna pregonará la irrita canción de un huracán sin viento, cargando sobre su alma lo siempre posible cierto.
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