Te burlaste de la risa,
de los sueños y la fe,
de las manos que temblaban
al querer creer en pie.
Te burlaste de las luces
que brillaban al mirar,
de las palabras sinceras
que buscaban conectar.
Tus burlas, como cuchillos,
intentaron desgarrar,
pero no supiste nunca
que hay fuerza tras sanar.
Hoy las risas son cenizas,
ecos rotos al pasar.
Te burlaste del cariño,
pero nunca de su altar.
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