donde las palabras flotan como hojas al viento,
se alza un titiritero con hilos dorados,
mientras otros tejen sueños en el suelo.
se disfraza el eco de intenciones vacías,
y en el festín de placeres,
un corazón se marchita,
sin que el banquete se detenga.
Oh, musa del instante,
cuánto se ha reído el tiempo en tu trono;
con cada beso robado,
un ladrón se enriquece,
mientras el alma ajena se despoja de fe.
Espejos que reflejan un rostro encantado,
mas, detrás del brillo, un mundo quebrado;
con cada aplauso, un susurro de traición,
y el eco resuena como un canto en prisión.
Los sueños ajenos, como flores marchitas,
se apilan en un rincón,
olvidados por la brisa,
mientras el festín continúa,
y la risa se torna en punzante canción.
Así, en el juego de luces y palabras,
se dibuja la farsa,
donde el desdén es un pincel.
Al final, el reflejo se quiebra,
y la risa se ahoga en la verdad cruel.
Todo un teatro, y tú, el protagonista,
en un acto de gloria que a otros les duele,
pero el telón caerá,
y el aplauso se desvanecerá,
mientras lo que queda
es un eco de soledad.
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