martes, diciembre 17, 2024

El Regalo de Navidad.


La noche de Navidad había llegado, y la casa de mamá  todo brillaba con luces de colores. Aisha,  de ojos brillantes, ayudaba a su a preparar la cena. El aroma del pernil  y las hallacas recién calentadas llenaban el aire, mientras que su primo Yasef, un adolescente con una sonrisa contagiosa, organizaba juegos en el jardín con los demás primos y primas: José, Juan, Darían,  Dayal, Sachiel, Mathew, Jade, Aminah, Noah, Diana, Madi, Victor y Zhoe.


La familia se reunió alrededor de la mesa, donde cada uno compartió una anécdota especial. Aisha recordó su primer viaje a la playa con todos, y las risas resonaron en la habitación. Sin embargo, mientras compartían, un estruendo interrumpió la alegría: un fuerte viento azotó la casa y, de repente, la electricidad se apagó.


—¡Oh no! —exclamó Jade, con los ojos llenos de preocupación—. ¿Qué haremos sin luz?


Yasef, viendo la inquietud en el rostro de sus primos, se levantó y dijo:


—No se preocupen. Podemos encender algunas velas y contar historias. Así podremos mantener el espíritu navideño vivo.


Aisha sintió la presión en el ambiente. A pesar de la adversidad, sabía que era el momento de actuar. Se dirigió a sus primos y primas:


—¡Vamos a hacer algo especial! En lugar de ver esto como un problema, hagamos de esta Navidad algo inolvidable. ¿Qué les parece preparar un regalo sorpresa para la abuela Aura?






Los ojos de todos se iluminaron ante la idea. Así, se repartieron las tareas. Mientras algunos buscaban velas, otros recolectaban materiales para crear un álbum de fotos con sus mejores recuerdos. Cada primo y prima se unió con entusiasmo, trabajando en equipo.


Mientras tanto, en la cocina, Aisha y Yasef comenzaron a preparar galletas. Con cada masa que extendían, compartían risas y anécdotas sobre lo que significaba la Navidad para ellos. La humildad de recordar que no necesitaban grandes cosas para ser felices los unía aún más. 


Con cada momento compartido, la tensión inicial se desvanecía. Cuando finalmente lograron terminar el álbum, todos se sentaron en círculo, iluminados por la tenue luz de las velas. Aisha tomó la palabra:


—Este álbum refleja nuestra unión. No importa que no tengamos electricidad, lo que realmente importa es que estamos juntos.


Las miradas de sus primos y primas mostraron comprensión y afecto. José, con una voz suave, agregó:


—La Navidad no es solo sobre los regalos, sino sobre el amor y el apoyo que nos damos. Este año, hemos creado algo más valioso que cualquier presente.


La abuela Aurq, que había estado observando en silencio, se unió al círculo. Sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría al ver la dedicación de sus nietos. 


—Lo que han hecho es el verdadero regalo de la Navidad —dijo, con voz temblorosa—. La familia es lo más importante, y ustedes han demostrado que con amor y solidaridad, podemos superar cualquier desafío.


La noche continuó, llena de historias, risas y la reconfortante sensación de unidad. Aisha y Yasef aprendieron que, incluso frente a dificultades, la humildad y la solidaridad pueden convertir un momento oscuro en una experiencia hermosa.


Cuando la electricidad volvió, la casa se iluminó de nuevo, pero lo que realmente brillaba era el amor que habían cultivado en esa noche mágica. Aisha miró a su alrededor, sintiendo que habían creado un recuerdo que perduraría para siempre. 


La Navidad no se trataba de la luz exterior, sino de la luz que llevaban en sus corazones. Y así, con el espíritu de la hermandad fortalecido, cada uno de ellos llevó consigo el verdadero significado de la Navidad: estar juntos, compartir y ayudar a los demás. La Navidad no es solo un día, es un sentimiento.

Es la comprensión de que juntos somos más fuertes, que la familia es un refugio contra cualquier tormenta, y que la verdadera riqueza no se mide con dinero, sino con amor, solidaridad y unión.


Seguro al despertarme, me daré cuenta que el sueño puede ayudarnos a pensar cómo serían las cosas si muchos no estuvieran lejos de nosotros, dispersos y perseguidos de ilusiones hemos de continuar el camino, espero que algún día no muy lejano puedan reunirse todos nuevamente y hacer este sueño algo posible. Sin mezquindades ni egoísmos. Estaremos desde la distancia acariciando sus vidas. Aún duermo y no quiero dejar de soñar. No tengo ganas de despertar. Seguiré cautivo. 

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