A medida que el año 2024 llega a su fin, me encuentro en un momento de profunda reflexión. Este año ha sido un viaje lleno de altibajos, una auditoría de experiencias que han moldeado mi ser. Recuerdo los días oscuros, aquellos en los que la incertidumbre parecía apoderarse de todo. Sin embargo, también hay luz en esos recuerdos: los logros alcanzados, las metas superadas, y las lecciones aprendidas. Unos dirán que me adelante y otros no, lo cierto es que aún no sé cómo y qué pasará pero considero que, algunos quieran leer estas líneas y otros simplemente no les importará como a mi tampoco su opinión.
Seguro en este frío atardecer de diciembre, mientras los copos de nieve danzan suavemente sobre muchas ventanas, siento el peso de un año que ha sido como un río: a veces calmo, a veces torrencial, pero siempre en movimiento.
El 2024 llegó con desafíos que nadie podría haber anticipado. La pandemia, aunque controlada, dejó cicatrices profundas en nuestra sociedad. Las tensiones geopolíticas escalaron, revelando fragilidades en sistemas que creíamos sólidos. Sin embargo, en medio del caos, también surgieron brotes de extraordinaria humanidad.
Personalmente, este año me enseñó que la resiliencia no es la ausencia de dolor, sino la capacidad de seguir caminando a pesar de él. El 30 de diciembre del 2023 perdía mis sueños, mis ilusiones y mis ganas de no seguir, pero hoy siento que cada cierre fue también una apertura: desarrollé nuevas habilidades, me reinventé y descubrí una fortaleza interior que desconocía, mis ilusiones, la fe y la esperanza, se reponían, mi corazón seguirá forjado de amor, pero ya blindado.
La vida nos ha enseñado que cada desafío trae consigo una oportunidad de crecimiento. Enfrenté situaciones que pusieron a prueba mi fortaleza, desde obstáculos intrascendentes, hasta conflictos personales. Pero en cada tropiezo, encontré la fuerza para levantarme, para aprender, y para seguir adelante. Este año, el dolor y la lucha se entrelazaron con momentos de alegría y satisfacción, creando un tapiz de experiencias que valoro profundamente. Empece a vivir paso a paso, día a día sin menoscabo del mañana, sin la reflexión pausada con vista hacia el futuro. Entendí muchas cosas de mi que cambie para ser mejor, pero no se supieron apreciar, hablaron en nombre de espejismos iracundos que se sostienen en la mentira. No debí ceder ni cambiar.
Sin embargo, este año también nos trajo la tristeza de perder a seres queridos. La muerte visitó mi círculo íntimo este año. Las despedidas son dolorosas, y cada uno de esos momentos dejó una huella imborrable en mi corazón. Empezó el año con Luis Guillermo, Nelson Cedeño, después nuestra hermana Maritza y hace poco el pana Eduardo Farray, hemos llorado en silencio, Alfredo y yo, mirando hacia atrás, en esas tertulias telefónicas,Recordando sus risas, sus consejos, y la calidez que brindaban. La pérdida me ha enseñado a valorar aún más a quienes están a mi alrededor, a abrazar cada instante y a expresar mi amor sin reservas. Aunque de nada sirva ya o simplemente no lo crean, la vida es frágil, y cada día es un regalo que no debemos dar por sentado. En ocasiones pienso que la gente vive de miedos y se desconecta de la realidad, para retomar sus banales pensamientos donde el orgullo prevalece.
Nuestro hermano Roberto tomó la batuta y ha sido una bendición, con un corazón inmenso de tanto amor, ha sido bueno Roberto y eso es una bendición. Ha corrido detrás de Alfredo y de mí cuando se ha requerido, es incansable, al igual que Aurita que tomó la batuta para acompañar a nuestra hermana Maritza de arriba abajo y abajo arriba, al igual que Roberto a la distancia, Maritza no sembró en el mar sus semillas de bondad.
En medio de la tristeza, también hemos enfrentado batallas de salud. Este año, algunos de mis seres queridos lucharon contra enfermedades que parecían insuperables. Ver su valentía y su determinación fue una lección en sí misma. Nos unimos como familia, apoyándonos mutuamente, y juntos celebramos cada pequeño avance en el camino hacia la recuperación. Las noches de desvelo y las lágrimas se transformaron en risas y agradecimientos por la salud recuperada. La resiliencia se convirtió en nuestro mantra, recordándonos que, incluso en los tiempos más oscuros, hay luz al final del túnel.
Aprendí que la enfermedad puede atacar el cuerpo, pero no puede destruir el espíritu cuando este está acompañado de amor. Sin miedo a equivocarme hoy les digo: "La vida no se mide por los años que vivimos, sino por los momentos que nos toman el aliento". Un infarto no pudo acabar conmigo, ni supuestos tumores malignos. Menos con Alfredo con casi 8 infartos en menos de una hora, sigue vivo y andante, hoy ocho horas de intervención quirúrgica no pudieron sacarlo del juego, sigue muy vigente y con unas ganas inmensas de seguir. Al igual que a Néstor un infarto no pudo con el, gracias a dios la medicina de otro país lo sacó a flote, menos aún lo ocurrido en esta nación. Sigue campante y con ganas de vivir. Siempre jodiendo.
A pesar de las pruebas, este año también estuvo lleno de pequeñas alegrías que a menudo pasamos por alto. La reunificación de Neyeska y su esposo, la de mi Andres con su esposa y mis nietos. Momentos de mucha gratitud.
Así mismo recuerdo los momentos simples: una tarde de café con amigos, el aroma a tierra fresca después de la lluvia, o una conversación sincera que me hizo reír hasta que me dolieron las mejillas. Estas pequeñas cosas, que a menudo parecen triviales, fueron las que iluminaron mis días grises y me recordaron que la felicidad se encuentra en los detalles. En medio de tanto desafío, fueron los momentos más simples los que me sostuvieron. Una tarde de noviembre, mientras caminaba por el parque, un niño persiguiendo una mariposa me sonrió. Su alegría era tan pura que iluminó mi día entero. Me trasladé a mi niñez (hoy más que nunca mi niñez la tengo más clara que nunca)y me veo corriendo yo por las calles del 23 de enero, jugando policías y ladrones, o jugando metras y tantas cosas que hacíamos. Mis recuerdos hoy son demasiado obvios y distintos. He encontrado nuevos amigos, Amado y Arelys, Urbano y Jeanne, Andreina, Efraín y Pietro. Gracias por estar cuando los necesite. Los extrañaré cuando la distancia nos separe.
Al cerrar este año, no puedo sino sentir gratitud. Gratitud por la vida, por el dolor que nos hace más fuertes, por el amor que nos sostiene, por las esperanzas que seguimos cultivando.
Gratitud por nuestro padre creador, que nos trajo nuevamente a Alfredo y a mí de regreso, ni que decir de Néstor hoy en plena recuperación, muchos sustos pero luego gratitud y alegrías.
Este año doy gracias por haberme dado la oportunidad de conocer la Iglesia de Lakewood, y al Pastor Joel y disfrutar de una noche de risa, tristeza y llanto escuchando y viendo a Dante en su gira PRESIDANTE.
La soledad hoy es parte integral de mi vida, la cual abrazo y me hace hoy más selectivo con aquellos que quieres entrar en mi vida, vida que me niego a planificar, y seguiré viviendo un día a la vez, sin precisiones, no más discusiones, sin tratar de demostrar que amo cuando amo, me convencí que nunca fue del todo mi culpa. Yo siempre estuve y estaré claro y sabia lo que quería y quiero. Así marchamos hacia el año que se avecina.
Así, mientras me preparo para despedir este año, quiero compartir un mensaje de esperanza y gratitud. Agradezco cada rayo de sol que ha iluminado mi camino, cada abrazo que he recibido y cada sonrisa que he compartido. Al mirar hacia el nuevo año, deseo a todos un 2025 lleno de amor, salud y nuevas oportunidades. Que cada uno de nosotros pueda encontrar la fuerza para enfrentar lo que venga, la sabiduría para apreciar los momentos y la valentía para vivir plenamente. Se les ama hasta el infinito y más allá. Y lo más arrecho es que se les ama de gratis.
Nos vemos en el espejo, donde no podemos mentir. Se les quiere que jode.
P.D Mi hermano de vida Geraldo sigue peleando con esa enfermedad, al lado de su amada Yasmín, una mujer entregada al amor de Geraldo, no los envidio por que se como es amar y ser amado. Les deseo unas maravillosas navidades y un feliz año nuevo.
1 comentario:
Hermoso y sentido mensaje, gracias por tus palabras y tener presente nuestra amistad, Dios te colme de bendiciones, infinita salud y dicha siempre. Un fuerte abrazo querido Ricardo.
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