En el susurro de la tarde,
donde el silencio se viste de promesas,
nuestros ojos se encuentran,
y el aire vibra con la anticipación
de un beso que guarda secretos,
como un mar en calma,
esperando la ola que lo despierte.
notas suaves que danzan en mi piel,
como un viento cálido que acaricia
las hojas de un árbol en flor.
Cada sílaba, un rayo de luz,
ilumina los rincones oscuros
de un corazón que anhela.
El momento llega,
nuestros labios se encuentran,
y en ese roce, las palabras fluyen,
como ríos de cristal que recorren
cada fibra de mi ser.
Siento el eco de tu risa,
la sutil tristeza de un adiós,
cada emoción se transforma
en un latido compartido.
En el calor del beso,
las palabras se desnudan,
se convierten en caricias,
en el dulce sabor de una promesa.
Tu voz resuena en mí,
como un canto de aves al amanecer,
y en cada contacto,
la vida se vuelve poesía.
Al separarnos,
la conexión persiste,
como un hilo invisible que une
dos almas en un mismo compás.
Las palabras, ahora un lenguaje
que trasciende lo dicho,
se convierten en un susurro eterno,
un secreto que solo nosotros entendemos.
Así, en cada beso,
se escribe una historia,
una sinfonía de sensaciones
que nos recuerda que,
más allá del lenguaje,
hay un mundo compartido
donde cada beso es un verso,
y cada mirada, un poema.
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