sábado, diciembre 28, 2024

Venezuela en 3 Tiempos.


Hoy regalo tres hermosos poemas dedicados a nuestra Venezuela. La patria que cada día nos llama y nos extraña. 

1. Me dijeron que Venezuela espera


Alguien me dijo,

con voz de brisa y mango maduro,

que Venezuela está hermosa,

que sus montañas aún visten de verde infinito

y el Ávila sigue siendo el guardián de nuestros sueños.


Me dijeron que el Orinoco canta bajo la luna,

que el Caribe susurra canciones de agua clara

y que el sol, en su ardiente abrazo,

acaricia los llanos donde la sabana respira

el aliento eterno de la patria.


Dicen que las calles esperan nuestros pasos,

como viejas amigas,

ávidas de reencuentros,

que los tambores suenan en cada esquina

y la gaita revive cada diciembre

en la sonrisa de un niño.


Que el aroma del café

sube por los andes con la fuerza del rocío,

y que las hallacas,

envueltas en hojas de plátano,

son poemas de maíz y nostalgia

que invitan al abrazo.


Alguien me dijo que la gente sigue aquí,

con su calor de sol y corazón abierto,

que en cada saludo se esconde una esperanza,

y en cada mirada, un recuerdo de nosotros.


Venezuela, me dijeron,

te espera como madre paciente,

con los brazos extendidos hacia el horizonte.

Ella sabe que el regreso es promesa

y que en nuestras raíces se tejen los caminos

que siempre nos llevan de vuelta.


Ven, dijeron,

que la patria está hermosa,

que su cielo aún grita libertad

y sus ríos guardan nuestra historia.

Ven, que el canto del turpial

lleva tu nombre

y el futuro es un joropo

que solo bailaremos juntos.


2. Venezolano Soy. 


En el susurro del viento, alguien me dijo,  

“Venezuela está hermosa, espera por ti”,  

sus montañas se visten de un verde profundo,  

mientras el sol acaricia el llano y el mar.


Las calles, llenas de risas y abrazos,  

son ríos de vida que anhelan mis pasos;  

cada esquina, un recuerdo, un eco,  

donde la calidez de su gente se siente.


Oh, tierra de gracia, de arepas y gaitas,  

donde el sabor de la vida danza en cada fiesta,  

la música resuena, el alma despierta,  

y el joropo se entrelaza con el latir del corazón.


Las playas de arenas doradas te abrazan,  

mientras el Ávila, altivo, nos vigila desde arriba;  

las noches estrelladas susurran historias,  

y el aroma del café se mezcla con memorias.


Venezuela, en ti florece la esperanza,  

un canto de libertad, un anhelo profundo;  

las calles ávidas esperan nuestro retorno,  

los ecos de un pasado que nunca se ha ido.


Así, en cada rincón, un trocito de hogar,  

donde la esencia de ser se siente vibrar,  

y aunque lejos esté, en el pecho guardo,  

el amor por mi tierra que nunca se ha apagado.


Venezolano soy, y en cada latido,  

llevo conmigo el calor de tu abrigo;  

Venezuela, hermosa, siempre en mi canto,  

regresaré a tus brazos, a tu suelo, a tu encanto.


3. Venezuela, Tierra que Espera


Me dijeron que estás hermosa,

que tus montañas siguen cantando al alba,

que el Ávila sigue vistiendo su manto verde

y que las tardes en Margarita

son más doradas que nunca.


Me contaron que tus calles,

esas que conocen el eco de mis pasos,

esperan pacientes nuestro regreso,

como una madre que no duerme

hasta ver a sus hijos en casa.


Dicen que los areperos de la esquina

siguen perfumando las madrugadas,

que el café de la abuela

aún despierta memorias dormidas,

y que las hallacas de diciembre

guardan el mismo sabor a hogar.


El Salto Ángel sigue derramando

sus lágrimas de cristal,

y Los Roques pintan de turquesa

los sueños de quien los contempla.

La sabana sigue siendo infinita,

y el Orinoco, eterno en su danza.


Me aseguran que tu gente,

esa que lleva el sol en la sonrisa

y el abrazo siempre listo,

mantiene viva la esperanza,

como una llama que el viento

no ha podido apagar.


Venezuela, tierra de gracia,

guardiana de mis primeros pasos,

testigo de amores y nostalgias,

tus calles me llaman en susurros,

tus plazas añoran nuestras risas,

y tus atardeceres guardan

un espacio para nuestro regreso.


Porque no hay distancia que borre

el sabor de un chocolate caliente

en las montañas de Mérida,

ni tiempo que apague

el eco de un cuatro en la noche,

ni ausencia que marchite

el jazmín de tu recuerdo.


Me dijeron que estás hermosa,

y yo les creo, Venezuela,

porque la belleza es tu esencia,

y aunque estés lejos de mis ojos,

vives cerca de mi alma,

esperando, siempre esperando,

el día de nuestro reencuentro.


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