domingo, junio 29, 2025

¿Tal vez o tal vez?


Y si me hubiera atrevido,
si la voz no se quebraba en la garganta
como un cristal frágil,
si la esperanza no hubiese sido un susurro
perdido entre dudas,
quizá hoy tendrías mis manos
en lugar de estas palabras tardías,
quizá mis pasos sabrían tu dirección
en lugar de vagar, inciertos,
por memorias que nadie habita.

Y si hubieras dicho “ven”
cuando me marchaba,
si el orgullo se hubiese derretido
bajo el sol de un instante sincero,
tal vez la vida nos habría regalado
un refugio compartido,
un invierno sin frío,
un futuro sin la sed amarga
de lo no vivido.

Pero no,
y no hay modo de torcer el tiempo,
de enhebrar otra costura
en la tela rota de los días,
así que me quedo con este hueco
en forma de pregunta,
con esta herida abierta
que no sangra, pero duele,
con este vértigo de imaginarte
en cada destino que no fue.

Hay en ella “un tal vez” un hechizo,
una trampa, un consuelo,
un modo de acariciar los imposibles
sin tener que despedirse del todo,
una forma de mantener viva la ternura
aun cuando ya nada florece.
Y lo sostengo, lo confieso,
como quien sostiene un talismán roto,
porque en él me sostengo yo,
en este hilo fino que me une
a la memoria de lo que soñamos
y jamás llegamos a ser.

Tal vez,
siempre ella,
silenciosa, constante,
acompañando cada paso,
recordándome que todo pudo ser distinto,
que hubo un instante
en que el destino cabía en un gesto,
en que la historia se escribía
con la tinta de la valentía
y no del temor.

Aun así, respiro.
Aun así, sigo.
Quizá porque saber que hubo un “tal vez”
significa que, de algún modo,
amé de verdad,
y aunque duela,
eso basta para sostenerme
en este presente imperfecto
donde el eco de tu nombre
sigue vivo,
como un faro
que me recuerda
que no todo se ha perdido.


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