miércoles, febrero 14, 2024

Sin prisa dejando huellas.



En el ocaso de mis días, con el corazón radiante,
escribo estas líneas que exalta el amor vibrante.

Despidiéndome de la vida, si fuese el caso

con alegría y gratitud,

donde el miedo no existe, solo hay plenitud.


En cada verso que trazo, una sonrisa florece,

pintando los recuerdos con colores que enriquecen.

Los amores vividos, como estrellas en el cielo,

brillan en mi alma, dejando un rastro bello.


El amor fue mi guía en cada paso que di,

me dio fuerza y coraje cuando estuve en lo más gris.

En cada abrazo sentido, en cada beso robado,

la vida me mostró su esencia, su lado más amado.


Amando la vida, encontré la paz interior,

aceptando cada instante como un regalo superior.

Las lágrimas que derramé, se volvieron lluvia de esperanza,

nutriendo mis sueños, creando una danza.


No hay espacio para el miedo en este cuento final,

pues el amor lo ha desterrado, rompiendo su cristal.

Me despido de la vida con un corazón pleno,

agradeciendo cada latido, cada momento bueno.


La belleza de lo vivido se despliega como un abanico,

y en cada palabra escrita, siento el amor en cada rincón.

El amor es mi legado, mi tesoro más valioso,

y al despedirme de la vida, lo llevo conmigo, hermoso.


Que el mundo sepa que amé con toda el alma,

que el amor fue mi bandera, mi constante calma.

Que en cada verso escrito, se sienta la alegría,

de una vida vivida plenamente, sin melancolía.


Así, me despido con amor en cada línea trazada,

con el corazón rebosante de gratitud y nada más.

La vida ha sido mi musa, mi eterna compañera,

y en cada despedida, el amor siempre perdura.

No hay comentarios.: