lunes, octubre 30, 2023

Incertidumbre


Lentamente, como un susurro en la penumbra, se despiertan los anhelos más oscuros, entre los pliegues de la inseguridad. La piel erizada de temores y dudas, anhela el tacto de la pasión, pero se retiene, cautelosa, en los laberintos de la indecisión.

El deseo, como una llama titilante, danza en los confines de la mente, buscando salir de su cautiverio. Pero las cadenas de la incertidumbre aprietan con fuerza, impidiendo el vuelo desenfrenado hacia la entrega total.

Cada caricia, cada roce, es un latido de deseo contenido, una sinfonía de anhelos reprimidos. Los cuerpos se entrelazan en una danza de sombras y luces, mientras el miedo acecha en los rincones más recónditos.

Las miradas se encuentran, como destellos de fuego, pero se desvían rápidamente, temerosas de desvelar los secretos más íntimos. Los labios, sedientos de palabras prohibidas, se sellan en un silencio incómodo, incapaces de enfrentar la verdad que yace en lo más profundo.

Y así, en la encrucijada entre el deseo y el temor, se pierde la oportunidad de explorar nuevos horizontes. Se elige la seguridad de lo conocido, aunque sea una cárcel que limita y sofoca los anhelos más profundos.

Pero, ¿y si nos atreviéramos a romper las cadenas de la inseguridad? ¿Y si nos permitiéramos perder el control y dejarnos llevar por la pasión desbordante?

En el abrazo apasionado, en el encuentro de cuerpos que se buscan con avidez, se encuentra la liberación. La entrega total se convierte en el antídoto contra los miedos y la indecisión.

En el vértigo del placer compartido, las sombras de la inseguridad se disipan. Las palabras que antes se atascaban en la garganta fluyen con naturalidad, sin temor al juicio o la crítica.

Y finalmente, en el éxtasis de la entrega, en el abrazo apretado que cierra el círculo de la pasión, se encuentra la respuesta a los miedos y las dudas. En el acto valiente de tomar decisiones en la vía del placer, se desvanecen las sombras de la inseguridad.

Así, en el abrazo de la confianza y la entrega, se descubre la verdadera esencia del éxtasis. Y en el cierre de cada frase, en el antónimo que cierra la prosa, se encuentra la certeza de que el placer y la valentía van de la mano.

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