No temo despedirme de los colores que tanto amé a lo largo de mi vida. He vivido rodeado de la belleza de los tonos que la naturaleza me ha regalado, pero ahora, antes de partir, anhelo ver aquello que mis ojos nunca han apreciado.
Quiero perderme en paisajes desconocidos, donde la luz del sol acaricie montañas majestuosas y los ríos se deslicen entre valles misteriosos. Deseo descubrir los colores ocultos en cada rincón del mundo, aquellos que han permanecido invisibles para mis ojos hasta ahora.
Atravesaré océanos y exploraré selvas exuberantes en busca de la paleta de colores más extraordinaria que pueda imaginar. Me detendré a contemplar la aurora boreal, maravillándome con sus destellos danzantes en el cielo nocturno. Admiraré la vastedad del desierto, donde la arena dorada se encuentra con el cielo azul en un abrazo eterno.
Pero, a pesar de mi deseo de explorar el mundo en busca de nuevos colores, hay un temor que me embarga. No temo a la despedida de los tonos que han sido mi compañía constante, sino a dejar atrás a mis seres amados.
Mis ojos anhelan ver maravillas, pero mi corazón se estremece al pensar en alejarme de aquellos que han llenado mi vida de amor y felicidad. El temor de dejarlos atrás es el único que me inquieta, pues su presencia es el verdadero tesoro que atesoro en mi existencia.
Así que, antes de partir en busca de nuevas experiencias y colores desconocidos, quiero asegurarme de abrazar a mis seres queridos, de decirles cuánto los amo y de crear recuerdos imborrables juntos. Quiero que sepan que su amor es el más vibrante de todos los colores y que siempre llevaré en mi corazón su luz y su calidez.
No temo despedirme de los colores, pero temo dejar atrás a aquellos que han dado sentido a mi vida. Por eso, antes de emprender mi viaje, quiero asegurarme de que sepan cuánto significan para mí y de que, sin importar la distancia, su amor siempre será parte de mi paleta de colores más preciada.
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