en un abrazo que el tiempo no condena.
Forman un mundo perfecto, sin fronteras,
donde la luz de ayer aún nos ilumina.
como promesas que el viento no se lleva.
El cielo es tu imaginación prendida,
farol de sombras, mapa sin trinchera.
¿De qué sirvió el tiempo, dime, alma mía,
sino cerrar el círculo del vuelo?
Girando eternos, los sueños persisten,
aunque el odio les robe su consuelo.
Implacable, tejió su narrativa
con hilos negros, tramas de olvido.
Quiso matar la luz que nos guiaba,
dejarnos sin rumbo, fríos, perdidos.
Pero en la noche, cuando el mundo calla,
los sueños rompen su jaula de engaños.
Y aunque no haya honestidad en la marcha,
ellos son semilla, raíz y abrazo.
No hay final para lo que no tiene
más ley que el corazón que lo provoca.
Los sueños son la sangre que no cesa,
el surco eterno donde nace el alba.
