Brisa suave de un atardecer,
tu aroma aún danza, difícil de olvidar,
mezcla de café y un toque a vainilla,
en cada rincón, tu esencia brilla.
recuerdos de días bajo el mismo papel,
un sabor a fresas, dulces y ácidas,
en tu risa, las tardes eran mágicas.
El sabor de tu boca, un dulce pecado,
como chocolate fundido, siempre anhelado,
cada beso, un fuego, un baile profundo,
en el roce de tu piel, me pierdo en el mundo.
Recuerdos de noches, de cuerpos en danza,
tu aliento, un vino que embriaga y alcanza,
con la brisa de verano, tu aroma se asoma,
y en cada inhalar, mi alma te toma.
Eras el néctar que ardía en mis venas,
un susurro de frutas, de pasiones serenas,
y aunque el tiempo se lleve lo que fue,
en cada sabor, en cada olor, siempre estaré.
Te veo en el aire, en el sol que se asoma,
en un roce fugaz, cada instante se toma,
tus labios, un vino, un sorbo de mar,
cada beso un viaje, un mundo a explorar.
Eras el azúcar en mis días de té,
un eco de risas que aún vive en mí,
y aunque el tiempo borre lo que no fue,
en cada sabor, en cada olor, ahí estás, siempre.
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