Los cuatro primos estaban arrodillados en el suelo polvoriento, formando un círculo sagrado alrededor del hoyo de metras. Darian, José, Juan y Kabir cuyas edades combinadas apenas les daban para andar solos hasta la esquina se preparaban para el campeonato más importante de sus vidas (o, al menos, de esa tarde).
Darían sopló su metra con la solemnidad de un joyero examinando un diamante.
Esta anunció es una metra campeona. La gané en una batalla épica contra Nicolás, el de tercero. Tuve que vencerlo, su perro y el viento a favor que él siempre tiene misteriosamente.
José, que nunca creía nada sin pruebas (después de aquel incidente del "chicle mágico" que resultó ser solo un chicle viejo), levantó una ceja.
—¿No era la que encontraste en el salón de música?
—¡Era una prueba del destino! —corrigió Darían, mientras su metra rodaba con elegancia… y luego se salía del círculo como si le tuviera miedo al hoyo.
Segundo Turno: José y su "Venganza Histórica"
José se agachó como un ninja, calculando el ángulo perfecto.
—El año pasado, Kevin me ganó mi metra favorita diciendo que rebotaría distinto en una piedra. ¡MENTIRA! Solo la empujó con el zapato.
—¿Y qué hiciste? —preguntó Kabir, intrigado.
—Le dije a la profesora que él siempre hace trampa. Ahora tiene que jugar bajo supervisión adulta. José lanzó su metra con precisión de cirujano… hasta que la de Juan la golpeó y la mandó directo al pasto.
—¡Eso fue un *ataque preventivo*! —protestó José.
—¡Fue *estrategia*! —dijo Juan, muy orgulloso de su jugada cuestionable.
Tercer Turno: Juan y su "Colección Perdida"
Juan limpió su metra en la camiseta, lo que, según él, le daba poderes especiales.
—Mi abuelo dice que cuando él era niño, tenía un tarro entero de metras. Tan pesado que no lo podía cargar.
—¿Y dónde está ese tarro ahora? —preguntó Darían.
—Según mi mamá, se lo llevó un primo lejano. Según yo, mi abuelo las perdió todas en una sola apuesta.
—Juan lanzó su metra con tanta fuerza que rebotó dos veces, golpeó una hormiga despistada y cayó en el hoyo del vecino.
—¡Eso cuenta como punto! —declaró.
—¡Eso cuenta como rampa! —replicaron los otros tres al mismo tiempo.
Cuarto Turno: Kabir y su "Teoría Revolucionaria"
Kabir, que siempre tenía ideas que sonaban como si las hubiera sacado de un documental de animales, sostuvo su metra contra el sol.
—¿Se han puesto a pensar que las metras son como mini planetas? Y cuando chocan, es como un choque de galaxias en miniatura.
—O sea que… ¿eres un dios de las metras? —preguntó José, confundido pero impresionado.
—Exacto —asintió Kabir, muy serio—. Y como dios, declaró que esta es la metra elegida. —La lanzó con tanta fe que hizo un arco perfecto… y cayó justo en el hoyo.
—¡ESO SÍ CUENTA! —gritaron todos, excepto Juan, que todavía reclamaba su "golpe estratégico".
El Gran Final (O La Gran Discusión)
En medio del debate de quién había ganado (Darían decía que él por estilo, José por precisión, Juan por creatividad y Kabir por intervención divina), apareció de repente el hermanito pequeño de Darian.
—¿Puedo jugar? —preguntó con ojos brillantes.
Los cuatro se miraron, y en un raro momento de acuerdo unánime, respondieron:
—¡CLARO QUE NO!
Y así, entre risas, metras pérdidas y reglas inventadas en el momento, pasaron la tarde, porque al final lo importante no era ganar, sino ver quién podía inventar la mejor excusa para decir que en realidad había ganado.
Moraleja: La infancia es el único momento en que puedes perder todas tus metras y seguir creyendo que eres el mejor jugador del mundo.
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