la que amó con las grietas y también con los dientes.
La que, ciega de fe, tejía razones,
mientras el viento borraba sus propias canciones.
como torres de arena frente a tus traiciones.
La que guardaba el llanto tras falsas certezas,
creyendo que el amor solo exige firmeza.
Fuiste el fuego y la hoguera, el humo y el beso,
el espejo opaco de un largo proceso.
Viste almas que ni el cielo lograba entender,
pero no las disteñas de mi amanecer.
Hoy me encuentro en la orilla de un mar diferente,
donde el cariño no duele, donde el tacto es caliente.
Alguien me trató bien… ¡y supe la diferencia!
Como hallar un oasis después de la ausencia.
No lloro tu nombre, no guardo tu espada,
pero agradezco la herida que al fin fue sanada.
Porque la que eras mía, la que todo lo daba,
se volvió tempestad… ¡y ya no te extraña!
Te perdiste el final: **yo gané la batalla**.
La que suelta, la que crece, la que ya no se calla.
La que sabe que el amor no es aguantar,
sino encontrar quien no te haga dudar.
Y si un día me buscas, hallarás solo el eco
de una diosa que un día jugó a ser humana…
pero que ahora, por suerte, ya no juega a eso

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