a ver programas que ya no me importan,
guardo la esperanza como un tesoro,
envuelta en mantas que huelen a tiempo,
en cojines que conocen mi cansancio.
aquí curamos rodillas raspadas,
aquí leímos cuentos antes de dormir,
aquí hicimos planes para el futuro
que nos llevó por caminos separados.
Desde esta ventana veo el horizonte
preguntándome si tú ves el mismo cielo,
si las estrellas que yo cuento aquí
también iluminan tus noches lejanas,
también velan tus sueños de emigrante.
A veces me quedo dormido esperando
que suene el teléfono con tu voz,
que aparezcan en la puerta sus figuras,
que vuelva a llenarse esta casa
de voces y risas y discusiones.
Pero mientras tanto, sigo aquí sentado,
guardando lugares en este sillón
para cuando regresen de visita,
para cuando vuelvan a necesitar
el regazo de su padre que los ama.

