donde las palabras arden y naufragan.
Tu ausencia es un océano invisible
que atravieso cada noche sin mapa,
solo guiado por la memoria de tu voz.
entra en mi casa como una brisa obstinada.
Y de pronto, el aire me acaricia distinto,
como si tus manos todavía supieran
el camino hacia mi rostro.
No hay frontera que detenga la ternura,
ni frontera que apague esta corriente secreta.
Eres mi sueño que no despierta,
mi invierno que aprende a florecer
en el costado de la noche.
Si algún día cruzas el horizonte,
yo estaré esperándote sin reloj,
con la mirada encendida como faro.
Porque el amor no viaja: regresa,
siempre regresa a lo que nunca se fue.

