Donde me duelen los recuerdos también nacen mis pasos


A veces amanezco con ecos
de cosas que no dije
y de otras que dije demasiado tarde.
La nostalgia me roza el pecho
como un viento tibio que viene de lejos,
recordándome que fui muchos,
y que todavía no termino de ser ninguno.

Hay días en que la soledad
se sienta a mi lado sin pedir permiso.
No me asusta: ya nos conocemos.
Ella sabe mis silencios,
yo conozco su modo de doblar las horas
hasta que parecen más pesadas de lo que son.

Pero incluso en ese cansancio que arrastro,
hay una fuerza sutil que no logro apagar.
Es como una chispa escondida,
una resistencia tranquila
que insiste en levantarme
cuando todo en mí quisiera quedarse quieto.

El amor, cuando aparece,
llega como una grieta luminosa:
se cuela por donde menos espero
y deja su marca,
aun cuando se vaya,
aun cuando duela haberlo sostenido.
La pérdida es el precio, lo sé,
pero también el recordatorio
de que mi corazón sigue dispuesto a sentir.

Y al final, entre tantos restos y latidos,
siempre descubro una hoja nueva,
algo diminuto que renace sin pedir permiso:
una idea, una esperanza terrosa,
una voluntad que se asoma apenas,
pero suficiente para empujarme otra vez
hacia un mañana que todavía me atrevo a creer.

Porque en mí todo convive:
lo que pesa, lo que arde,
lo que se fue y lo que regresa.
Soy un puñado de cicatrices y semillas,
y sigo caminando,
aunque a veces me duela,
porque también sé
que de esa mezcla nace lo más verdadero que tengo:
yo mismo.

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket
Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

Publicar un comentario

Deje su comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente