que se quedan respirando en los bordes del alma
como un faro encendido en mitad del invierno.
como un hilo de luz que no se atreve a apagarse.
La distancia siempre fue una puerta entreabierta:
bastaba un timbre, un susurro a deshoras,
para que el mundo volviera a sentirse menos áspero.
Pero un dÃa el silencio se instaló en tu número,
y comprendà con el peso de las madrugadas
que algunas voces solo dejan de sonar
cuando el cuerpo se convierte en memoria.
Entonces la nostalgia empezó a escribirte,
a reconstruirte en mis tardes vacÃas,
como quien arma una constelación perdida
siguiendo apenas un destello en el cielo.
Te busco en los fragmentos del tiempo
y siempre apareces, puntual,
como si aún supieras el camino hacia mis pensamientos.
Hoy, en estas festividades, levantó este deseo:
que donde camines ahora, el dÃa sea tibio,
que la eternidad te reciba sin sombras,
y que tu risa esa que conocà tan bien
vuelva a encenderse en algún rincón del universo.
Yo te espero desde este lado de la vida,
con el corazón en guardia y la esperanza despierta,
porque sé que habrá un encuentro sin maletas ni despedidas,
un abrazo que no termine,
un lugar donde el tiempo no sea una herida
sino un puente para volver a ti.
Hasta pronto,
sigo hablándote en silencio,
como quien escribe al viento
para que él, sabio mensajero,
lleve mis palabras hasta tu nueva morada.
Feliz Navidad donde estés y con quien estés;
tu recuerdo sigue siendo hogar
en este mundo que aún aprende a vivir sin ti.

