El primer beso


No recuerdo el último beso,
tal vez se disolvió como el humo
cuando el aire decide no sostener nada.
La memoria a veces es un animal cansado
que se esconde justo donde más duele buscar.

Pero el primero…
el primero lo guardo como se guarda un fuego
en medio del naufragio.
Está intacto, ardiendo despacio,
con la solemnidad de lo que no necesita repetirse
para seguir siendo eterno.

Ese beso fue una promesa sin idioma,
una puerta abierta en el pecho,
un acuerdo silencioso entre dos almas
que aún no sabían lo que costaba creer.
Allí aprendí que el amor no llega:
se reconoce.

Lo último que recuerdo es tu rechazo,
afilado como una verdad dicha sin cuidado,
y la despedida,
ese gesto breve que desarma ciudades enteras.
Te fuiste dejando las palabras a medio respirar,
como si el adiós no se atreviera a ser completo.

Desde entonces, camino con una ausencia
que no pesa, pero insiste.
No reclama, no grita, no exige.
Solo ama en silencio,
como aman las cosas que entendieron
que perder no siempre es dejar de querer.

No recuerdo el último beso,
porque el amor, cuando es verdadero,
no se despide:
se queda viviendo
en el primer latido que lo nombró.

Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket
Ricardo Abud (Chamosaurio)

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. M.Sc.Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en, Union County College, NJ, USA. Email: chamosaurio@gmail.com

Publicar un comentario

Deje su comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente