sábado, marzo 10, 2007

A la memoria de un hombre bueno, Marcial Ruiz

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A la memoria de un hombre bueno, Marcial Ruiz

Guasdualito pierde a un profesor, la patria de Bolívar a un hijo putativo que asumió la Revolución Bolivariana como propia, la maldad del hombre ha segado una vida intachable.
A Maria su compañera, a sus hijos (Marcial, Marcel, Luís Alberto y Juan Carlos), mis palabras de solidaridad con la firme convicción de que la justicia terrenal se ocupara de aquellos que hoy osaron dispar la luz de un alma buena y emprendedora, un hombre que nunca se resigno a vivir fuera de su amado Guasdualito.
A ti Marcial Feliz Viaje, siempre te recordare. Alguien que estará toda la vida agradecido de tu bondad, se le quiso de gratis, con amor del bueno, a pesar de la distancia. Hasta pronto y saludos a los míos.

A la memoria de un hombre bueno, Marcial Ruiz

En el umbral de la claridad del sol
la maldad disipo una luz.
luz sonriente, viajera en el tiempo
que da la calidez de una segunda patria

Llegas deseoso, una fresca tarde de verano
buscando no se que cosa, algo que
hallarías en las lejanas tierras del Apure,
el Guasdualito que te vio nacer, por segunda vez.

Sonrisa alegre y de caminar pausado de experiencia
inmune al chantaje, sediento de recuerdos
como no extrañar, los días exigentes del New Jersey
convulsionado por el desconcierto

Palabras cortas, sabias en las blancas calles
de Elizabeth, en las tardes de rabo encendido
con tus cuatros hijos y la ingenua Maria
tu solo atinabas a mirar el cuadro familiar
conspicuo susurrabas en mi oído, la falta de candidez

Noches retorcidas en tu pesar, solo te escuchaba
no sabias porque, la lluvia cubría tu alma
tus ojos no la aceptaban, tu corazón se dilataba
en la incongruencia de tus pensamientos

Hoy se disipo una luz, la maldad Marcial
te ha llevado al viaje del nunca retorno
mi alma siente tu dolor previo y se indigna
con el sufrimiento inmisericorde provocado

Tu lucida senilidad, debe haberlo resistido
con la dignidad del hombre bueno, del hombre
fiable, amable y honesto, del hombre que cargado de
amor, lo escondía, para no develar el secreto
de su fuerza interior.

Hoy la maldad disipo un arco iris de luz,
seguro hoy en el desgarro de tus últimos suspiros
recorrías Las calles de Santiago, tu Cuba natal
buscando en las paredes del olvido, el recuerdo
divino, y atesorado en tu niñez.

P.D. A los degenerados fascistas que les pagabas vacuna, o el mal llamado “impuesto revolucionario”, hoy perdieron un cliente, una victima más de sus infames fechorías.

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