miércoles, septiembre 08, 2021

La partida


El amor celestial renace cual epifanía
quiero verlas y no las encuentro
han salido de la faz de mi mirada
con otros  sueños, a otros lugares.
Sumerjo mis manos en las
aguas azules intrínsecas del llanto
pensando tal vez cuando el sol
deje de tener alas húmedas que
alumbren el camino que ustedes tomaron.
Conocer el horizonte que han transitado
crece en expectativas en mi alma
me hace anhelarlo, desearlo
ojala los dioses o el dios lo permitiera.
El cansancio de tanto dolor abruma
no hay manera de sobrellevar tamaña carga
ya no puedo dibujar hermosas flores en el camino
no puedo encender velas en la lúgubre sensación de vacío
estornudo y la estupidez rejuvenece
el solo no sale para todos.
Quiero seguir navegando las olas de la vida
la fuerza  desvanece y el cielo se hace más cercano.  
Este 2021 ha arcado el término de una generación
la tristeza no deja de prevalecer, emerge a diario,
las notas del corazón se aceleran ante el recuerdo,
plasmo mi soledad entumecida por bellos y
equidistantes  reminiscencias de amor sublime,
castigo el llanto y lo escondo en risas pálidas
desmonto la alegría de mis pensamientos y comienza
la tortura emocional desprendiendo poco a poco
regazos de enojo, de furia de impotencia.
Se han ido, su amor los llevo casi juntas
a renacer en otra vida en un lugar remoto y desconocido.
Tiemblo ante el teclado, estructurando las líneas
a expensas de la partida y el reencuentro no se con quién,
pobre en alma me mantengo como un acto consumado,
no hay momento de paz, lentamente los suspiros se agotan;
la oscuridad ha ganado, la ausencia es cruel.

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