donde el sol acaricia el silencio,
donde el tiempo se queda en pausa
y el aire guarda tu reflejo.
es mi promesa en silencio:
aunque hoy me lleve el camino,
aunque me pierda en el tiempo
Nadie ocupa su hueco exacto,
ningún gesto, ni voz, ni peso,
pero si alguna vez regresas,
la encontrarás limpia de invierno.
No la muevan, no la cambien,
que su ausencia es un secreto:
bajo el polvo de los días
sigue intacto tu regreso.
No importa cuánto se demore,
ni si el mundo gira y olvida,
ella aguarda sin preguntas,
como un faro en la neblina.
Este lugar que dejaste,
este rincón de mi pecho,
no lo ocupará nadie...
te guardo puesto.
Puedo irme, puedo hundirme,
puedo volverme recuerdo,
pero juré que esta silla
no conocería otro dueño.
Mira el asiento vacío,
lee entre líneas, te entiendo:
no es tristeza, no es olvido...
es amor en lo quieto.
Y si la vida nos vence,
si el mundo nos hace añicos,
regresa. Aquí sigue intacto
tu sitio.
Porque esta silla no es mueble,
ni decoración de invierno:
es mi corazón abierto
bronce puro esperándote siempre.
No se llena con extraños,
no reclama, no se queja,
solo junta luz de tarde
y tu nombre en cada ausencia.
Y aunque hoy me pierda en la distancia,
aunque el viento borre mi senda,
esa silla fiel, callada
siempre estará, siempre te espera.
(Por si el camino te devuelve,
por si la vida da revueltas,
su madera sabe a tiempo
y su sombra, a primavera.)