de caminos recorridos,
de alegrías que se quedaron
y de penas que se fueron.
que nadie puede robar,
cicatrices que dibujan mapas
sobre la piel y el alma.
Son historias que se cuentan
en las arrugas de mis ojos.
Y lo que está por vivir
es promesa suspendida en el aire,
es mañana inexplorado,
es página en blanco
que aún espera ser escrita.
Mi edad hacia atrás
con la sabiduría del tiempo,
pero mis ojos aún brillan
con la luz de lo que vendrá.
No es el final del camino,
sino una curva más del sendero.
Lo vivido es cimiento,
lo que vendrá es horizonte.
Y en medio, estoy yo,
con mis albores como corona,
con mis años como escudo,
con mis sueños intactos.